Varios amigos me han preguntado por qué en 4 años en Colombia no me he comprado un carro o una moto. Otros: ¿Qué hacéis en Cúcuta? ¿De verdad te veis en ese pueblo por siempre? Hermanos venezolanos: migrar no es una competencia
Cada migrante vive su proceso de forma diferente y no podemos andar calificando a un migrante como «exitoso» porque puede acceder a un bien material o «fracasado» porque no se ha comprado nada.
No tengo carro porque no lo necesito. Tengo la bendición de trabajar a 2 cuadras, de llegar a casa y comer el almuerzo caliente, de ir a pie al cine, al centro comercial, a la biblioteca, a teatros donde dan funciones gratuitas, a los lugares donde me gusta comer, a la casa de varios amigos.
¿Qué hago en este «pueblo»? En esta ciudad he tenido la fortuna de conocer gente maravillosa, de ejercer mi profesión como periodista, de cultivar nuevas amistades, de ayudar a muchos otros venezolanos y retornados colombianos, de poder ayudar a mi gente en Venezuela, de darme mis gustos, de tener sanidad en mis finanzas, pero lo más importante para mí: de recibir con amor a mucha familia y amigos.
No sé a dónde me vaya a llevar la vida. Lo cierto es que le debo tanto a esta ciudad y a la empresa que creyó en mí, sin ver en mi nacionalidad un problema. No hay planes de volver a migrar pero sí de seguir construyendo en la Perla del Norte.
Respetemos los procesos migratorios de cada persona. Esto no es una competencia de a quien le va mejor que a otro. Esto se trata de construir un hogar (permanente o temporal) en ese nuevo pedacito de tierra (sea en Colombia, en China o en Australia) y tratar de encontrar seguridad, tranquilidad y paz para nosotros y los nuestros.