A medida que transcurre la cuarentena obligatoria nacional, los brotes de xenofobia en contra de migrantes ya se sienten en Colombia y las redes sociales son el principal termómetro para medir los niveles de rechazo y estigmatización.
Por ejemplo, el pasado 4 de abril, más de 500 migrantes llegaron a Cúcuta para retornar hacia Venezuela. Durante la transmisión en vivo que hizo La Opinión, varios usuarios celebraron esta salida voluntaria: “Qué bueno, por fin se van. Vuelve la tranquilidad a Colombia”; “La prioridad somos los colombianos, no ustedes”, “Ojalá no regresen más”, fueron algunas de las opiniones expresadas.
Una reacción similar en redes se originó cuando cientos de migrantes fueron desocupados de los llamados ‘pagadiarios’ al inicio de la cuarentena, en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali y le solicitaron ayuda al gobierno colombiano.
“Con esta emergencia sanitaria, el miedo de que otro nos quite lo que es nuestro es un sentimiento que se ha propagado en toda Colombia; país con un índice de pobreza extrema de casi el 20% y que apenas se recupera de un conflicto armado de más de 60 años”, analiza el investigador binacional Armando Duarte.
A esta realidad se han tenido que acoplar más de 1,8 millones de venezolanos. Casi doscientos mil de ellos en Norte de Santander ejerciendo labores en la economía informal; por lo que con el confinamiento obligatorio, se han quedado sin medios de vida.
Una forma de evitar las expresiones de odio, xenofobia o aporofobia, es dejar de ver al otro como una amenaza.
“La creación de esas categorías de que el otro es diferente, de que pertenece a otro grupo, nos distancian tanto. Hay que recordar que todos compartimos las mismas necesidades y preguntarnos qué haríamos en su lugar para salir adelante. Es un ejercicio interesante para darnos cuenta de que todos somos humanos”, reflexionó Rocío Castañeda Cisneros, directora de la campaña Somos Panas Colombia y oficial de información de Acnur.
Donna Cabrera, consultora e investigadora en migraciones, aconsejó “no distanciarlos más, no son el otro, son parte de la comunidad. Recordar entre todos cómo se construye confianza, alianzas y el bien común”. Y una buena estrategia para lograrlo es a través de campañas de integración en redes sociales.
Precisamente Somos Panas Colombia desarrolló una campaña en redes sociales titulada: ‘Colombianos y venezolanos unidos pa’ lante’, que teje lazos de unión con testimonios binacionales. La Red Somos impulsa el eslogan ‘La solidaridad cambia vidas’, invitando a los usuarios evitar la discriminación, la desinformación y la xenofobia.
Políticos promueven prejuicios
A pesar de estos esfuerzos en espacios digitales, la percepción negativa de la migración venezolana en Colombia es un ‘virus’ que contagia otros espacios de la opinión pública.
Claudia López, alcaldesa de Bogotá, en el marco de los desalojos en la capital, tuiteó: “Necesitamos que Migración (Colombia) se haga cargo de los migrantes, nosotros de los colombianos”, lo que levantó críticas por su tinte xenofóbico.
O al alcalde de Pamplona, Humberto Pisciotti Quintero, que a través de un decreto prohibió el ingreso y permanencia de migrantes en condición irregular para minimizar la expansión del coronavirus.
Al respecto, Ronald Rodríguez, investigador del Observatorio Venezuela de la Universidad del Rosario, además de recomendar un lenguaje incluyente cuando se trate de hablar de migración, instó al gobierno nacional a unificar la atención para toda población vulnerable, sin excluir a los venezolanos. “No hacerlo sería extremadamente discriminatorio”.
También argumentó que es necesario emitir una circular de orden nacional a los cuerpos de seguridad, enmarcada en la ley 1482 del 2011 o Ley Antidiscriminación, para garantizar la protección de los derechos de las personas sin importar religión, género ni nacionalidad.
“Estos elementos deben ser enmarcados para evitar que haya un comportamiento de xenofobia hacia los migrantes”, enfatizó.
Este artículo se publicó originalmente por la autora en el Diario La Opinión